La alarma no había sonado, pensando en un posible
atraso me levanté con el mismo desgano de siempre, busqué el celular para
preguntarle por qué no cantó la alarma de gallo que programé. Al no encontrar
respuesta constaté que existía un silencio particular, el cual no es común de
lunes a viernes, no se escuchaba la voz del Dr. Piedra en la radio, digo esto
porque todos los días acostumbro a oírlo gracias al vecino que buenamente
comparte su volumen con nuestra casa y es así que llegué a la conclusión de que
era sábado.
Una vez de pie y con el ánimo de ser útil me propuse
limpiar la casa, decidí empezar por arreglar los cajones donde guardo un sinnúmero
de cd´s viejos, de algunos reconozco de inmediato su contenido y otros causan
curiosidad en mi ser y me obligan a una profunda revisión. Fue así que por obra
del destino llegué a una carpeta titulada Hi5.
En ese momento me acordé que algún día fui un incauto
más que compartía su vida y sus sentimientos en esta red social. Y como casi
todos decidí un buen día migrar al Facebook en busca de mejores días, pero
claro, antes de cerrar mí cuenta, decidí también llevarme todo lo que me
pertenecía y había construido en aquel sitio: mis fotos, sin un solo like, mi
situación sentimental que no era tan complicada y mis entradas que en algún
momento escribí pensando que algún desocupado las leería.
Entre esos pequeños artículos localicé el que buenamente
dediqué a mi querido canal local Telecuenca y el cual deseo compartirles:
Cuando uno va por la Av.de las Américas no puede dejar de admirar esa brillante estrella roja iluminándolo todo, pensar que ese símbolo de luz transmite en colores pálidos y ocres una selecta programación con propagandas “cautivantes” y misas interminables, es así como surge Telecuenca.
De su programación exalto la titánica transmisión
del “Pase del Niño”, patrimonio de Cuenca y del canal 2, que nos presenta la fe
y la insolación de los cuencanos que caminan por la calle Bolívar.
Cómo dejar de lado los clásicos
largometrajes del cine mexicano: Cantinflas, Tin tan y las conmovedoras
películas de Pedro Infante, lamentablemente opacadas por “Máximas Mínimas” que surgía
de la nada en media película, para hacer una letanía sobre lo perversos que somos
los seres humanos y lo que debemos hacer para salvarnos.
Pero no importa si la programación ofrece
en abril la galante elección de “La Morlaquita” y la repite todo el año, qué va
importar si “12 ritmos 12” siguen sonando y presentando
viejos temas del ayer con los que se enamoraron nuestros padres: Camilo Sesto, Mocedades,
José José y más exponentes que lucían sus bastas anchas y sus lentejuelas.
La televisión no es tan de mi agrado, la
verdad, pero cuando la veo empiezo a
revisar todos los canales como esperando encontrar “ese no se qué” que nos hace
falta. Pero el control remoto necio parece no obedecer y regresa donde un
águila vuela libre surcando los verdes prados.
De regreso al 2014 me doy cuenta que la programación
no ha cambiado en lo absoluto, que es casi medio día ,que hasta ahora no
desayuno y que prefiero la Chola Cuencana a la “Morlaquita”
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